El artículo explora la relación entre la inteligencia artificial generativa (IAG) y la ciencia abierta, destacando tanto sus beneficios como sus riesgos. La IAG puede simplificar conceptos científicos complejos, mejorar la gestión de datos y automatizar procesos editoriales, lo que podría potenciar la ciencia abierta. Sin embargo, también presenta desafíos éticos y riesgos, como la generación de síntesis erróneas, la perpetuación de sesgos y la creación de contenido de baja calidad. La relación entre la IAG y la ciencia abierta se compara con interacciones biológicas como el mutualismo y el parasitismo, sugiriendo que un enfoque equilibrado y colaborativo es esencial. La ética y la transparencia son fundamentales para asegurar que los datos abiertos se utilicen de manera responsable y que los resultados generados sean verificables y reproducibles.
Desde la NASA, en alianza con IBM, han creado un modelo de datos de base geoespacioales y climatológicos para poder trabajar en otros modelos. Estos datos están basados en Inteligencia Artificialy están en abierto para los investigadores para que puedan generar otros modelo, así como herramientas y aplicaciones orientadas a combatir, estudiar o generar soluciones relacionados con el cambio climático.