El artículo explora la relación entre la inteligencia artificial generativa (IAG) y la ciencia abierta, destacando tanto sus beneficios como sus riesgos. La IAG puede simplificar conceptos científicos complejos, mejorar la gestión de datos y automatizar procesos editoriales, lo que podría potenciar la ciencia abierta. Sin embargo, también presenta desafíos éticos y riesgos, como la generación de síntesis erróneas, la perpetuación de sesgos y la creación de contenido de baja calidad. La relación entre la IAG y la ciencia abierta se compara con interacciones biológicas como el mutualismo y el parasitismo, sugiriendo que un enfoque equilibrado y colaborativo es esencial. La ética y la transparencia son fundamentales para asegurar que los datos abiertos se utilicen de manera responsable y que los resultados generados sean verificables y reproducibles.
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