En su artículo "Universidades alérgicas a la inteligencia artificial", Enrique Dans critica la actitud de muchas universidades occidentales frente a la inteligencia artificial, contrastándola con el enfoque proactivo de instituciones chinas como Tsinghua. Mientras en China la IA se integra como herramienta educativa esencial —con planes estatales para su uso en libros, exámenes y aulas—, en Occidente predomina una visión punitiva, centrada en detectores de plagio y sanciones. Dans denuncia que esta resistencia no solo es tecnológicamente retrógrada, sino que socava la confianza en el aula y desperdicia oportunidades para fomentar el pensamiento crítico y la creatividad, proponiendo en cambio una adaptación educativa que abrace la IA como competencia básica.

 

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